miércoles, 7 de mayo de 2014

Obra de Valle-Inclán.

Divinas palabras, subtitulada Tragicomedia de aldea es una de las obras teatrales más conocidas de Ramón María del Valle-Inclán publicada en 1920 en Madrid. Supone la culminación del ciclo mítico, con una estética muy cercana a los esperpentos. La obra remite a situaciones de crueldad pero tratadas en tono de tragicomedia. Lo trágico y lo grotesco se aúnan en cuadros que remiten al Goya de los "disparates" y los "caprichos", en una auténtica sinfonía de colores interpretada por una galería de personajes sórdidos y miserables. Está habitada con imágenes ancestrales de muerte, de avaricia y lujuria... pero formalmente se sitúa en una vanguardia expresionista. Se trata de la obra más universal del autor gallego, ya que es, con diferencia, la que más veces se ha llevado a escena fuera de España. Un total de 35 montajes en 18 países de Europa, América y Asia, 13 de ellos de habla no hispana.

 Valle-Inclán escribiría varios relatos, poco antes de viajar a Cuba y volver a España, de nuevo en tierras gallegas. Es en Pontevedra donde muestra su renovado ingenio y se ve influido por el decadentismo. En 1894 publicaría “Femeninas”, su primera antología.
Poco después comienza su carrera como dramaturgo, estrenando obras como "Cenizas" y empieza a formar parte del movimiento de fin de siglo junto a autores como Unamuno. Llegado ya el siglo XX, Valle-Inclán publicó sus famosas Sonatas, protagonizadas por el Marqués de Bradomín y realiza su adaptación teatral.
Quizá su etapa más creativa vendría a partir de 1910, con obras como “Veces de Gesta” o “La marquesa Rosalinda”, aunque recibe malas críticas y algunas de sus obras son rechazadas. Es entonces cuando la obra de Valle-Inclán se vuelve más personal y decide dedicarse a la novela. Hay que destacar, sin duda, “Tirano Banderas” (1926), donde es patente la huella de su todavía reciente viaje al México revolucionario. Y, sobre todo la pieza “Luces de bohemia” (1920) en la que el esperpento se mezcla con la realidad del Madrid de los cafés y la cínica tradición española. 
En 1927 inicia la publicación de un ambicioso proyecto narrativo, “El ruedo ibérico”, que, de forma semejante a los “Episodios nacionales” de Benito Pérez Galdós, pretende narrar la historia de España desde el reinado de su detestada Isabel II hasta la época contemporánea al autor hasta el la pérdida colonial con la guerra de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Únicamente llegó a escribir tres novelas de este proyecto: “La corte de los milagros” (1927), “Viva mi dueño” (1928) y “Baza de espadas” (1932).

La obra poética de Valle-Inclán está reunida en la trilogía “Claves líricas” (1930), formada por “Aromas de leyenda. Versos en loor a un santo ermitaño”, “El pasajero” y “La pipa de kif”.
“Aromas de leyenda. Versos en loor a un santo ermitaño” (1907), recibe la influencia del Modernismo. Consta de catorce poemas de métrica variada. En ellos recrea diversos aspectos de su Galicia natal: descripciones del paisaje, trabajos cotidianos, milagrería, superstición, etc. Inscrito también en la estética modernista.
“El pasajero” (1920) desarrolla en treinta y tres composiciones temas trascendentes: la muerte, el dolor, la vida, la pasión, la eternidad, etc.
Con “La pipa de kif” (1919), Valle-Inclán da paso en sus poemas a lo grotesco, a lo esperpéntico. Esta obra se ha definido como una colección de estampas trágico-humorísticas.



Representación teatral de "Luces de bohemia"



Poema "Karma"


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